miércoles, 22 de marzo de 2017

Merecidamente

Había una personita que se sentía muy desgraciada, porque no tenía nada. Un día, caminando por la arena de una playa, se encontró con una gema preciosa, la más radiante que hubiera visto nunca. Habiendo hallado su joya, por primera vez se sintió feliz, y la cuidó y protegió como si su propia vida fuese en ello. Con el tiempo, se convirtió en lo más preciado que tenía, porque para ella era mucho más que una piedra que brillaba, era su espíritu, su bien y su dicha, por alguna razón.
  Entonces, sucedió que la personita conoció a otra de la que se enamoró. Como ya era feliz, pudieron compartir juntas muchas cosas, ser amigas y aliadas, confiárselo todo, incluso lo que a nadie más le habían dicho. Junto su nueva compañera, nuestra protagonista se sintió tan bien, que una vez decidió regalarle su más preciada posesión: la gema preciosa.
- Toma, ahora es tuya- dijo.
  La otra la cogió de sus manos y la miró de arriba abajo. Tras unos segundos, cogió fuerza con el brazo y la lanzó directamente al suelo. La gema preciosa se rompió en un millar de añicos brillantes, esparcidos por el suelo.
- ¡¿Qué has hecho?!- preguntó la personita, horrorizada.
- La culpa es tuya. Me la diste para que hiciera lo que quisiera con ella.

  Porque era más que una gema, la personita no se recuperó nunca de aquello. Recogió los pedazos y los tiró al mar, para nunca más saber de ellos.   

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