Aquí me hallo, contemplando el eterno azul que se extiende
en todas direcciones, igual que hiciera tantas veces antes junto a ti. Que no
pueda ser igual en este momento es una condena ante la que no me queda más
remedio que rendirme. Porque estás, pero al otro lado del cielo.
Fuimos felices y
tristes pero, juntos, invencibles siempre. Elsa… recuerdo tu nombre cabalgando
sobre el viento, con esa entonación que yo le daba y que siempre te hacía reír.
La pena me golpea de nuevo, de nuevo esa sensación desagradable de vacío en mi
pecho. Me pregunto si dejaré de sentirla algún día.
Aun recuerdo la
primera vez que te vi, cómo el sol bañaba tu piel. Acababa de conocerte, pero ya
te conocía de toda la vida. ¡Qué cosas! ¿Verdad? Nunca creí en esas
dulcificaciones de la realidad. Nunca las vi como algo distinto a consejas de
hadas. Nunca las entendí del todo hasta ahora. Hasta que ha sido demasiado
tarde.
Con el tiempo,
llegué a amarlo todo de ti. Tu melena castaña, tus ojos de bronce, tu piel, tus
uñas, tu olor… y también tus imperfecciones. Lunares, espinillas, los rollitos
que te salían en la tripa cuando te sentabas y ese silbido que se escapaba de
tus labios cuando te reías. Todo. Superada la barrera de lo que la sociedad nos
susurra constantemente, la venda de mis ojos se había desprendido y donde antes
había trabas, solo vi el sello y la marca del amor.
Elsa. Tu mero nombre
es ya presencia. Recuerdo con imborrable paladar luctuoso la última vez, ese
fatídico día en el coche. Si hubiese sabido lo que se cernía sobre nosotros… si
hubiese podido esquivar aquel vehículo… ahora todo sería distinto. Ahora mismo
no estaría contemplando ese cielo enorme solo, lejos de ti, tan lejos...
No supe entender el
funeral. Estaba obnubilado por mis propios sentimientos, emociones encontradas.
Miedo, dolor y… ¿alivio? A mi alrededor solo había rostros tan pesarosos como
distantes, caretas de personas que conocía y a las que también quería, pero que
sin embargo en aquel momento no significaban nada, apenas sí estaban. Eran
impostores de mis padres, nuestros amigos, tu familia… no había reproches ni rencores,
pero tampoco consuelo, solo tú en mis ojos y en mi mente. Y no me dolía nada,
pero me dolía al verte. Ceremonia
breve, como siempre dijimos que sería. Palabras que no me dijeron ninguna cosa
de un hombre que no significaba nada para mí, sonidos juntos casi al azar que
ni siquiera rozaron mi cerebro, muchas lágrimas escociendo en mi piel, humo,
tierra, polvo que regresa y ya nada más.
Lo que pesa no es la
muerte, entiendo. Lo que de verdad aflige es la consecuencia para el destino,
el fantasma de aquellas cosas que siempre quisimos hacer juntos y que ahora ya
no sucederán. Éramos jóvenes, no hubo tiempo de tener hijos. Dos querías, ambas
niñas, para que la una hiciera compañía a la otra, para que fueran un equipo.
Los viajes de nuestros sueños que nunca hicimos: la India, Chile o la Gran
Manzana. Pero, por todos los vuelos que nunca pudimos alcanzar, todas las vidas
que no tuvimos tiempo de crear y todas las hazañas que nos faltaron por
conquistar… aun existe esa posibilidad.
Ahora que se acabó
el tiempo, lo entiendo. Yo me he de marchar. Tan solo pido y rezo para que tú sí
que cumplas tus sueños. Que viajes, que sonrías, que siga tu vida. Que llegues
a ser la escritora que siempre quisiste, con ese talento que me desbordaba cada
vez que me deleitabas con una de tus historias. Que tengas amigos, que conozcas
a gente que te abrace y apoye cuando lo necesites. Y sí, que encuentres a
alguien que pueda hacerte feliz cuando yo te falte, que vuelvas a enamorarte.
Que seas madre, que tengas a tu equipo. Pido que sigas adelante por los dos,
que tus pies te lleven a donde siempre quisimos llegar.
Yo, por mi parte, te
vigilaré desde el cielo, desde cada amanecer y cada atardecer, desde el
silencio. Estaré en los malos momentos transmitiéndote lo que pueda para
animarte, y en los buenos para disfrutar contigo y ver con orgullo lo fuerte y
valiente que estarás siendo por los dos. Porque no hay evento, ni sombra, ni
muerte que pueda borrar jamás que siempre te he querido y que siempre te
querré.
Elsa: sé, ríe y vive
por los dos. Es lo único que le pido al futuro.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario