Lloraba el otoño desconsolado. De sus cuencas huecas, caían hojarasca y ramas secas. Se reían de él la primavera, con su florida cabellera; se desternillaba el verano, frotando sus cálidas manos; y se jactaba también el invierno, en un tono frío y nada tierno.
La niña acudió intrigada, preguntando qué era lo que sucedía. El otoño respondió entre sollozos: "todo el mundo se ríe de mi rima...".
FIN
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